Evidentemente, todas las mamás ecuatorianas hemos sido hijas y hemos sido jóvenes, aunque muchas veces nuestras hijas e hijos piensen que nos trajo la Pinta, la Niña y la Santa María.
A estas alturas, de la leva del 80, delante de mis hijos de 4 y 7 años , muchas veces me toman como venida del paleolítico o que de mascota tenía un dinosaurio, acompañado de las risas cuando les digo:
!!!!cuando yo era pequeña no tenia tablet y no me aburría!!!!.
Ubicadas en el tiempo, recordemos un poco de cuando éramos pequeñas, en mi caso soñaba con ver Los Picapiedra, pero muy pocas veces pude verlo porque a esa misma hora estaban las noticias. En aquella época, odiaba los noticieros y con el tiempo se volvieron más laxos, conseguí ver "Mis adorables entenados" , "Simpson", digamos que mi vida fue un poco mas divertida los fines de semana a partir de eso.
Ubicadas en el tiempo, recordemos un poco de cuando éramos pequeñas, en mi caso soñaba con ver Los Picapiedra, pero muy pocas veces pude verlo porque a esa misma hora estaban las noticias. En aquella época, odiaba los noticieros y con el tiempo se volvieron más laxos, conseguí ver "Mis adorables entenados" , "Simpson", digamos que mi vida fue un poco mas divertida los fines de semana a partir de eso.
Hemos crecido viendo el Chavo del 8, Tico-Tico, Mazinger (ese era hermano), crecimos con bastante libertad y no existía mucho sentido del peligro. Jugábamos carnaval como si fuera el último día de nuestras vidas y realmente era todo a lo grande. Sin olvidarme de todas las artimañas para ir con el Año Viejo a cuestas pidiendo "caridad para el viejo" a los vecinos y comerciantes de nuestro barrio.
Que contrastes tuvimos la oportunidad de vivir, pensábamos que estábamos ajenos a los problemas, vivíamos en barrios populares y todos éramos iguales viviendo las mismas carencias y construyendo nuestros recuerdos felices dentro la adversidad. Montar en bicicleta, jugar a la rayuela o en la calle sin asfaltar descalzos era la mejor diversión, a pesar de que muchos años después descubrí que vivía en un barrio considerado como uno de los más peligrosos de Guayaquil y que es muy fácil amar la tierra a pesar de que muchas veces esa tierra te haya maltratado duramente.
Que contrastes tuvimos la oportunidad de vivir, pensábamos que estábamos ajenos a los problemas, vivíamos en barrios populares y todos éramos iguales viviendo las mismas carencias y construyendo nuestros recuerdos felices dentro la adversidad. Montar en bicicleta, jugar a la rayuela o en la calle sin asfaltar descalzos era la mejor diversión, a pesar de que muchos años después descubrí que vivía en un barrio considerado como uno de los más peligrosos de Guayaquil y que es muy fácil amar la tierra a pesar de que muchas veces esa tierra te haya maltratado duramente.
Tampoco éramos conscientes que la escuela no era precisamente un remanso de paz donde encontrábamos protección, e igualdad porque la realidad que vivimos que vivir muchos en los ochentas es que a todos nos esperaba esa profesora armada de látigo de cuero y una regla para utilizarla sin discriminación y sin que nadie se interpusiera en su camino, el verdugo disfrazado de educación que a día de hoy todavía no me explico como esa educación basada en "la letra con sangre entra" fue la base de la educación durante décadas y aún hay gente que aún la añora.
Hoy conozco que el maltrato físico y psicológico afecta el desarrollo cognitivo infantil provocando déficits en el aprendizaje y que existen estudios que contradicen este tipo de prácticas, información que los activistas del castigo físico deberían leerse.
Recapitulando lo dicho, fuimos hijas, construimos nuestros recuerdos felices, hicimos amigas y amigos, vivimos y crecimos valorando muchas cosas y sabiendo que el mayor regalo es tejer recuerdos felices para la infancia.
Fabriquemos recuerdos valiosos para nuestros pequeños que serán su verdadero tesoro.