Para combatir y luchar en contra el principal enemigo de nuestra sociedad, ese enemigo arraigado y que se disfraza de costumbre para quedarse con nosotros, es necesario ser activos y reflexivos.
Muchas personas que están a favor de castigos físicos se convierten en cómplices de la violencia, prácticas que se justifican utilizando frases hechas como: "y que puedo pegarte por tu bien", "la letra con sangre entra", "un buen látigo en casa es el psicólogo de todo muchacho", "hay que darles una buena paliza para que aprendan", intentando justificar lo injustificable.
La normalización de la violencia infantil está consentida y autorizada por los adultos cuando no hacemos nada para erradicarla o impedir que traspase límites como la educación de nuestros hijos. Otra cosa es pensemos que la crianza se asemeja a la domesticación de bestias y queramos instaurar la doma a los niños y niñas, porque incluso hasta en ese contexto está descalificado el maltrato.
Sin capacidad para educar, cuando el ejercicio de la maternidad o la paternidad lo realiza cualquiera sin conocimientos previos es una tarea imposible. Por ejemplo para fabricar un carro, hacer un edificio o conducir necesitamos adquirir ciertos conocimientos y destrezas pero para la crianza de los hijos es válida la intuición y la costumbre. La crianza de seres humanos amerita principios, reglas, responsabilidad y paciencia.
Desde la prensa hasta el hogar hay violencia, no hay espacio en que la violencia no se halla instaurado sin vergüenza. Es también violencia, que el índice de embarazo adolescente sea alto, uno de los más elevados de América del Sur, considerando que somos un país pequeño. Es violencia, que cada año sean más las y los jóvenes que abandonan el sistema escolar y que cada vez más jóvenes formen parte de las bandas organizadas y la delincuencia. Es violencia que la educación sea clasista y que nos preocupe más fomentar las diferencias socioeconómicas que reconocer los erros y actuar.
La administración pública no necesita saber más para confirmar que las cosas no se han hecho nunca bien y que si las cosas no cambian es porque no existe voluntad política para hacerlo.
La violencia infantil nos afecta a todas y a todos porque esas niñas y niños que hoy reciben violencia queremos o no van a ser quienes el día de mañana tomen decisiones sean estas dentro del ámbito familiar o profesional en 10 años serán miembros activos de la sociedad y por eso debemos darles oportunidades y favorecer su desarrollo apartados de la violencia.
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