Todo el que vive en Guayaquil ha escuchado alguna vez sobre la famosa calle 18, que muchos llaman la 6x3 o el barrio de tolerancia. Para, aquellos que no la conozcan debo decirles que se trata de una calle con mucha popularidad, pues se trata del barrio de tolerancia más antiguo de la ciudad de Guayaquil.
La 18, se instaló en esa particular zona ubicada en la calle 18 y Salinas, porque antiguamente la ciudad de Guayaquil no era tan grande como lo es hoy y la calle 18 se encontraba prácticamente a las afueras de la ciudad.
Hoy en día, la ciudad de Guayaquil ha crecido aceleradamente y la calle 18 se encuentra a tan sol 10 minutos del centro urbano.
Guayaquil es una ciudad en constante crecimiento y con personas muy trabajadoras, pero es indispensable dedicar un tiempo para reflexionar sobre lo que ocurre en este famoso barrio.
La calle 18, se convierte los fines de semana en un mercado de carne humana (mujeres), donde asisten cientos de hombres celebrando una gran fiesta. Una celebración a la impunidad y al derecho de pagar sexo con las mujeres que deseen, puedo violar porque puedo pagar. Todo ello, a vista y con la autorización de las autoridades y vecinos.
La calle 18, es un lugar donde se vende sexo, tan normalizado que poco nos importa lo que ocurre dentro. La máxima preocupación que existe es " cuidado y confundan a nuestras hijas con trabajadoras de la 18 " y "mejor coger el bus unas cuadras mas adelante así simulamos que no pasa nada".
Pero la realidad dentro de ese pequeño pueblo sin ley existen una gran mayoría de mujeres sin ninguna protección legal, ni mucho menos social. Aunque seamos muy puritanos y queramos creer que son mujeres que buscan dinero fácil, deberíamos cuestionarnos que garantías hemos tejido para nuestras mujeres que tengan que plantearse la prostitución como medio de vida. Cuantas historias existen dentro de mujeres ejerciendo la prostitución para sacar a sus hijos adelantes (porque al padre decidió que no sería responsable de su hijo), mujeres llevadas por sus propias parejas que la excusa de que ellas deben trabajar y que otra cosa pueden hacer si no saben hacer nada, o las menores de edad que se esconden bajo una cédula falsa llevadas con engaños y que jamás pudieron salir.
Quien suscribe este pequeño articulo pasa muchas horas pensando e interrogándose sobre: ¿Acaso hay menores dentro en contra de su voluntad o con promesas falsas?. ¿Existen mujeres que entraron pero nunca tuvieron la oportunidad de salir?. ¿Cuántas han desaparecido y a nadie le importó?.
Todas esas dudas no tienen importancia, hablamos de prostitutas, eso es lo que piensa la mayoría y lo que mas me inquieta. En esa hipocresía:
Mejor ponemos un muro para tapar estas inmoralidades, mejor no verlas o mejor que se vayan fuera..
Mejor no coger el bus en la 18 porque puedan pensar que eres una prostituta,......
Mejor aun, que la policía las meta presa como delincuentes........
Mejor que exista porque así se evitan las violaciones.....
Ese "mejor", lo llevo escuchando años y me cuesta creer que sea parte de nuestra idiosincrasia.
La hipocresía de esta sociedad machista es capaz de ofrecer a una mujer "la prostitución como opción y medio de supervivencia", para convertirlas en carne en lugar de personas.
Pero es mucho mas triste que sean los dueños de estos locales unos "mecenas" para estas chicas, que pregonan legalidad y papeles en regla y que sus chicas tienen todos lo papeles sanitarios o la solidaridad de los hombres que acuden para que la chica trabaje y se gane su dinerito.
Las ideas de que dinero fácil son absurdas, la desesperación, la falta de oportunidades es la leña que enciende este fuego porque nadie llega a ese punto sin antes ser golpeada por la vida. Entonces, ya que el árbol esta caído hagamos todos leña, lo más parecido al síndrome de la ventana rota, que si una niña o una mujer está en desventaja, sin familia ni recursos la llevamos allí para que esos hombres samaritanos les ayuden.
Mejor que trabajen en la 18 y así nuestros hombres están contentos y no violan, otra mentira que muchos abanderan como verdad, cuando sabemos perfectamente que Guayaquil tiene un índice elevado a nivel nacional.
Ojala dedicáramos un minuto, quizás ese minuto que ocupas cuando juegas a Candy Crash para cuestionarnos: Qué, quizás esas mujeres que están en la 18 están pasando dificultades y nosotros miramos a un lado. Qué, quizás esos buenos samaritanos que les alquilan la habitación no son tan buen como pensamos. Qué, quizás esos clientes deberían tener un apelativo. Qué, quizás estos hombres son el problema y por eso necesitan pagar por sexo. Qué, quizás se le podría ocurrir a las autoridades multar a los consumidores de sexo o quienes abren este tipo de locales. Qué, quizás ofreciendo más oportunidades a las mujeres esto no sería una opción. Que quizás, nuestros hijos se merecen tener una educación sin misoginia para ser libres y para dejar ser libre.