viernes, 19 de enero de 2018

Una mama ecuatoriana en apuros


    Ser una madre experimentada requiere mucho tiempo y dedicación. Pero también,  de innumerables ensayos, pruebas  y errores que pueden ser insignificantes para el común de los mortales, para nosotras nos pueden quitar el sueño durante un largo tiempo.

    El transitar, por el camino de la educación de nuestros hijos resulta tedioso pero en ese transitar experimentamos la practica versus la realidad con una brecha tan débil que suele romperse para dar paso a los usos comunes que carecen de lógica. Dejándonos llevar por el saber popular más que por la razón.

     Ahora bien, para añadir un condimento a esto de ser madre hay que poner en escena a la madre ecuatoriana, de cuyo ejercicio de sus habilidades y facultades maternales depende de estas practicas comunes y escasas de sentido, como ejemplo dejar llorar al bebé hasta que se canse o las constantes descalificaciones a la madre primeriza cuando los demás afirman que no hace lo correcto. 

    Por ello, este artículo se titula una mamá ecuatoriana en apuros para enumerar esos monstruos dañinos que disfrazamos de cualquier cosa para justificar este sin sentido:

1. Critica destructiva:
    Utilizamos nuestra libertad de expresión para emitir comentarios o criticas destructivas con cero aportaciones o fundamentos. Las madres primerizas deben enfrentarse a esto a diario por el simplemente hecho de estrenarse como mamás. 

2. Violencia de genero. 
    La violencia en nuestro país no es nada nuevo y la ejercida contra las madres se normaliza. Decirle a una mujer durante el parto cosas como:  señora no se queje que le duele "porque cuando abrió las piernas no le dolió" o "que pena señora ha tenido una niña y las niñas son medio dignas", eso también es violencia y se llama violencia obstétrica, hay que visibilizarla y erradicarla.

3. El acoso en los medios y en la calle.
    Con una complicidad tan perfecta entre los medios de comunicación y la sociedad para dar el mensaje de que las mujeres son cosas. Desde nuestro nacimiento junto a la partida de nacimiento  una condena perpetua no revisable de quehaceres domésticos sin derecho a cansancio. 
La gran hazaña de salir a la calle día a día, salir a la calle o que tus hijas adolescentes salgan a estudiar o trabajar el mero hecho de salir es un peligro.

4. Lo caro que resulta la educación.
    Un problema compartido con el resto de la humanidad,  todavía no nos cabe en la cabeza que la educación debe ser gratuita y de buena calidad. Que un niño es discriminado que no se alimenta bien, que no puede comprarse útiles escolares o uniforme para poder estudiar es un ser humano que no puede expresar su máxima capacidad.

5. Admitir y normalizar los malos actos.
    Ver todos los días lo mismo y a la misma hora nos hace normalizar situaciones tolerando lo que no es correcto y sabiendas continuamos fabricando a Don Juanes altaneros e ignorantes. 
Mirar hacia otro lado cuando hay niños viviendo en las calles a base de pegamento o drogas, presas de todos los abusos imaginables nos convierte en cómplices. 


    A mi yo de hace 15 años le diría, calma que esos monstruos se los puede combatir y que más grande es tu fortaleza interior y que todo está cambiando y ya nadie nos para.

Suerte mamà!!!